Habla sobre Papa Francisco.

Padre Provincial de los jesuitas en el Perú, Miguel Cruzado Silverii S.J., analiza los primeros cuatro meses de su pontificado y el arrollador efecto que ha generado su mensaje y su forma tan peculiar de ser.

Julio, 2013 | Edición 2013-19


 

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Este martes 23 de julio el Papa Francisco inauguró la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, con la presencia de más de dos millones de jóvenes católicos provenientes de todo el mundo, entre ellos más de tres mil peruanos. En este contexto el Padre Provincial de los jesuitas en el Perú, Miguel Cruzado Silverii S.J., analiza los primeros cuatro meses de su pontificado y el arrollador efecto que ha generado su mensaje y su forma tan peculiar de ser. Con más de 8 millones de seguidores en Twitter y un sinnúmero de seguidores en las cuentas de Facebook, el primer Papa jesuita y latinoamericano es hoy un referente de la juventud en las redes sociales, pero también un revolucionario de la Iglesia al acercar el Evangelio de Cristo a todas las gentes, a todos los confines.
Entrevista: Jonathan Coronado Flores


Se han cumplido cuatro meses desde que un jesuita asumió como Papa, ¿cómo ve su desenvolvimiento en este poco tiempo?
Lo veo con mucho optimismo, y creo que la gente en general lo ve también así. El Papa Francisco es una presencia que renueva y revitaliza la vida de la Iglesia. Es un Papa muy cercano a unos y otros, que más allá de los protocolos comunica la confianza y cercanía de la Iglesia a la vida de la gente. Nos pide la sencillez y austeridad de vida que él mismo practica. Nos anima a dialogar con todos, con creyentes y no creyentes, con personas de otras religiones, y el jueves santo se arrodilla y lava los pies de jóvenes, encarcelados, católicos y musulmanes, hombres y mujeres. Él mismo cada mañana celebra la eucaristía con los trabajadores del Vaticano y a través suyo comunica una palabra, cada día, para la humanidad entera. Estos gestos, que acompañan sus palabras, su doctrina, nos hablan de lo que él espera de la Iglesia, de los rumbos por los que quiere llevarla.


¿Y por dónde es que la quiere llevar?
El Papa, guiado por el Espíritu y manteniendo la preocupación de Benedicto XVI por los problemas internos de la Iglesia, claramente quiere como Juan XXIII abrir nuestras ventanas al mundo en su diversidad y sus problemas. Hay en el papa Francisco una preocupación pastoral muy profunda por comunicar con renovado impulso el mensaje del evangelio a los hombres y mujeres de hoy. No es un mensaje sólo para los que estamos convencidos, no es un mensaje para dejarnos tranquilos. Es un mensaje que desafía a los creyentes en su estilo de vida. Desde el mensaje cristiano quiere tener una palabra también para los no creyentes o creyentes de otras religiones. Nos recuerda casi todos los días desde que fue elegido Papa volver nuestra mirada hacia el mundo de los pobres, de preocuparnos por ellos y de comprometernos como Iglesia, y con nosotros, la humanidad entera, por luchar contra la pobreza y la violencia.


¿Qué diferencias hay entre el papa Francisco y sus antecesores Benedicto XVII y Juan Pablo II quien será próximamente declarado santo?
Los papas, en el contexto de la historia que les ha tocado ejercer, han sabido responder a lo que la Iglesia necesitaba de ellos en ese momento. Naturalmente, en la Iglesia hay carismas especiales, con modos de proceder distintivos y que ponen especial énfasis en determinados asuntos de acuerdo a las circunstancias concretas que viven la Iglesia y la humanidad. Unos han puesto especial atención en el celo apostólico y llevar el evangelio a cada rincón del mundo, como Juan Pablo II, que sacó a la Iglesia de Roma y la llevó por el mundo entero. Otros, como Benedicto XVI, han puesto especial atención en la reflexión teológica o profundización doctrinal. Benedicto XVI nos renovó espiritualmente y con el gesto de su renuncia nos dio un mensaje de humildad, de que necesitamos cambiar pero él ya no podía acompañarnos en ese proceso. Hoy tenemos nuevamente un Papa misionero –en ello se ve claramente su formación jesuita- con una visión amplia de la Iglesia y su misión en el mundo, con un clara preocupación por los pobres y la justicia.


El Papa Francisco ha dicho que el Concilio Vaticano II no tiene vuelta atrás y ha obsequiado a varios líderes políticos el documento final de Aparecida, que además dicen lo tiene siempre a la mano, ¿qué le significa esto?
Significa lo que a todos los católicos nos debe significar: el Concilio Vaticano II ha sido un maravilloso regalo del Espíritu para la vida de la Iglesia. El Señor lo inspiró, es un regalo de su gracia y por supuesto que no hay vuelta atrás. Oponerse al Concilio, sería oponerse al Espíritu. El Papa ha exhortado  a no ser “testarudos”, a no quedarnos anclados en el pasado. El Concilio ha permitido a la Iglesia asumir caminos de renovación y de apertura. Gracias al Concilio no hemos vivido una crisis mayor en la Iglesia. El Concilio inició el camino de diálogo con el mundo moderno que debe continuar y profundizarse. El Concilio nos invitó a una actitud ecuménica. El Concilio nos invitó a una renovación litúrgica que la Iglesia continúa.
Con respecto a Aparecida, es normal que el Papa insista en ella, no sólo porque es también un soplo del Espíritu, sino porque además el mismo papa Francisco, como Arzobispo, presidió la comisión que redactó el documento final hace ya seis años. Se trata de un mensaje de esperanza para nuestros pueblos y un llamado a la Iglesia latinoamericana de compromiso con los pobres, de preocupación por las culturas originarias, de renovación evangelizadora. 


“La Teología de la Liberación sí es aceptada por la Iglesia Católica”
¿Por qué si hablamos tanto de los pobres, la Teología de la Liberación no es aceptada por la Iglesia?
Te equivocas. La Teología de la Liberación sí es aceptada por la Iglesia Católica. Ella ya es parte de la ortodoxia católica. Se trata de una perspectiva teológica que se estudia en todas las facultades de teología serias del mundo entero. El P. Gutiérrez ha dictado cursos en el Pontificio Colegio Angelicum, en el corazón de Roma. Es una teología que ha aportado mucho al pensamiento católico, que tiene además implicancias prácticas inmediatas. Probablemente es esta la razón por la que personas desinformadas pueden aún cuestionarla: porque la perspectiva del pobre desde la teología, puede tener implicancias inmediatas y concretas sobre opciones y situaciones económicas, políticas o sociales específicas. No es fácil acoger el sentirse cuestionado en el propio estilo de vida o en modos de pensar con los que sin querer legitimamos situaciones injustas. No es fácil acoger la radicalidad de las exigencias del evangelio, tenemos que trabajar cada día en ello, y ayudarnos unos a otros en ello.


Pero no me negará la persecución que hubo o que hay hacia su precursor Gustavo Gutiérrez…
El actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Arzobispo Gerhard Müller, es amigo personal y tiene publicaciones en coautoría con el padre Gustavo Gutiérrez. El Arzobispo Müller es el responsable doctrinal más alto en la Iglesia, luego del Papa. Su labor es garantizar la sana doctrina de nuestros teólogos. De manera tal que podemos  concluir que la teología del P. Gutiérrez está plenamente dentro de la sana y recta doctrina de la Iglesia Católica. No hay en la Iglesia ninguna controversia oficial con el pensamiento de Gustavo Gutiérrez. Si hubo alguna confusión en algún momento esta se aclaró. Gustavo Gutiérrez es un gran sacerdote, admirado y reconocido, con un profundo sentido eclesial. Es sin duda el teólogo peruano más renombrado, y actualmente uno de los teólogos católicos más importantes del mundo.


Fue desbloqueada finalmente la causa de beatificación de Monseñor Romero. ¿Se fue injusto con él en el pontificado de Juan Pablo II?
Juan Pablo II se arrodilló ante su tumba y oró frente a ella cuando visitó El Salvador. En monseñor Romero hay un mensaje evangélico muy fuerte. Fueron años de convulsión política y de una dictadura terrible a la que Mons. Romero se enfrentó. Él decía que la dictadura no es evangélica, que los campesinos tienen derecho a la tierra y que no se deben violar los derechos humanos. La muerte y la violencia no deben ser nunca medios para el desarrollo. Se preocupó mucho por la justicia social. Su mensaje para los cristianos de América Latina y del mundo entero es inmenso.


¿Son rojos los jesuitas? ¿Progresistas?
Los jesuitas somos religiosos, misioneros, formados para ir a situaciones de frontera, allí donde es desafiado el mensaje del evangelio, en las encrucijadas de las ideologías, en las trincheras sociales, allí donde las respuestas no son claras, donde las exigencias de la humanidad nos desafían. Para eso nacimos como congregación. Yo preferiría decir, entonces, que somos de avanzada, que somos de frontera. Lo de progresistas tiene connotaciones múltiples y lo de rojos ningún sentido para quien nos conoce. Los Papas nos enviaron desde nuestra fundación a lugares difíciles, donde otros no podían ir, en medio de situaciones de conflicto. Al principio eran lugares geográficos, ahora son también lugares sociales o culturales. Los jesuitas son enviados a dialogar con la ciencia. Durante décadas se nos pidió entender los mundos de la increencia. Aún hoy somos enviados a zonas de violencia y convulsión social. Algunas personas no lo entienden, nos preguntan porque no estamos solo en las iglesias, qué hacemos en lugares donde no hay creyentes, por qué estudiamos profesiones o desempeñamos labores no directamente religiosas. Entonces nos consideran “progresistas” o algo así. Estamos allí porque la Iglesia nos lo pide, es lo que ella espera de nosotros.


Como exalumno del Colegio San Ignacio y de la PUCP, ¿qué le dejó esta formación?
En junio el papa Francisco se reunió con  alumnos jesuitas y entre los mensajes que dio estuvieron dos muy fuertes: uno explícito y otro implícito. El explícito fue: la pobreza es un escándalo, trabajen porque haya más justicia en el mundo. Ese mensaje que recibí en el colegio San Ignacio marcó mi vida: ser una persona para los demás, el valor del servicio. El mensaje implícito del Papa al no leer el discurso y pedir que los jóvenes le pregunten, con libertad sobre cualquier tema, fue que el mensaje de Cristo es algo cercano a las personas, que tenemos que sentirnos libres ante Dios, sin apariencias ni artilugios ni miedos, tal y como somos. De los jesuitas del colegio y de la universidad aprendí que ante Dios debo ser siempre yo mismo, y que Dios quiere sobre todo mi libertad y mi alegría, la libertad y la alegría de todo ser humano.


 Y como piurano, ¿qué mensaje le dejaría a nuestra Iglesia local?
Que vivamos con intensidad este momento de la Iglesia. Tratemos de leer lo que nos dice el papa Francisco con sus gestos y palabras. Sintámonos interpelados por su mensaje. Seamos fieles a lo que el Espíritu de Dios a través suyo nos está mostrando hoy. Ojalá que la solidaridad, la alegría, la acogida al otro, sigan siendo aquello que la gente que viene a Piura recuerda de nosotros.

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El P. Miguel Cruzado, S.J. estudió en el Colegio San Ignacio de Loyola, de los jesuitas en Piura, y se graduó de sociólogo en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde se entusiasmó más con el trabajo de los jesuitas, por lo que recién graduado pidió su incorporación a la Compañía de Jesús. Hizo los estudios de Teología en el Centre Sèvres de Paris donde obtuvo la licenciatura en Georgetown University (Washington - Estados Unidos). Antes de ser designado Provincial del Perú por el Padre General Adolfo Nicolás, S.J., trabajó en el sector social de la Compañía de Jesús y desde ahí es claro que tiene una visión de Dios y de la Iglesia, a partir del mundo de los pobres, bastante certera y profunda.


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